Soy muy temeroso de las drogas, y aunque soy adicto a la Coca cola, sólo he sido blanco de familiares y amigos que han intentado inducirme al consumo del alcohol. Jamás me han convidado de alguna otra droga y quizá por eso tengo una posición intransigente y “despiadada” contra los adictos y los traficantes de drogas.
Intransigente porque he sido molestado por los alcohólicos, en su afán de introducirme al consumo del alcohol y despiadado con los adictos porque lejos de sentirme identificado con el dolor que los lleva a evadirse, les propongo que de no optar por el camino de la desintoxicación y cura de sus dolores emocionales, le entren con más ahínco, velocidad y saturación a la evasión de los mismos, bajo el influjo de la droga con la esperanza cruel de que descansen en paz de ese martirio.
A los narcotraficantes no los puedo ver más malos que a los que venden y ganan con la industria del tabaco, o los que lo hacen con la industria del alcohol, del café y de las sodas de cola. ¿Por qué la sociedad no puede verlos tan honorables como a cualquier empresario que se dedica a la industria del entretenimiento, del placer y de la diversión?
¿Tendrá algo que ver que hoy se cumplen 40 años de la guerra contra el narco? No los juegos de guerra que tiene Calderón, a quien por cierto algunas damas ingenuas de nuestro país lo ven como el gallardo caballero, único que le ha hecho frente al flagelo en nuestro país, como ningún otro presidente antes. Por cierto FeCal hizo la guerra para legitimarse.
Sepan esas lindas mujeres mexicanas, también algunas adictas al tabaco, quizá con parientes o vecinos adictos, que la Guerra Contra el Narco fue declarada en 1971 por el presidente Nixon. Hoy mismo, Forbes y la DEA aceptan que el empresario más exitoso es El Chapo Guzmán. Exitoso porque ha crecido su poder económico y su fuerza de logística mundial bajo la Guerra Contra el Narco. Luego entonces las batallas, todas se han perdido y siguen renuentes a declarar la derrota.
Pero habemos voces que pedimos paz, unas tan desinformadas y candorosas o con el aire de estúpidas como la mía. Otras un poco más autorizadas que dicen que hay tres renglones importantes a tomar en cuenta para ver si el camino de la Guerra Contra el Narco es realmente una acción que beneficia a la humanidad, o se reconoce como una acción que ha dado grandes dividendos a las mafias económicas y políticas, grandes ganancias a los lados corruptos del empresariado y de los gobiernos, a la “honorable” industria armamentista que vende las armas a los dos bandos y todos los pescadores en ese río revuelto.
Bajo el esquema de prohibición y represión al consumo de las drogas ilegales existen tres graves problemas:
1. Las cárceles están a reventar, sin capacidad para encerrar a productores, empresarios, traficantes, consumidores, porque todos delinquen con la droga.
2. Siempre, desde hace 40 años, y en cualquier guerra, los que más vidas ponen son las personas vulnerables, como son los niños, los pobres y los marginados social o económicamente.
3. Y los riquillos también sufren, aunque no lo quieran aceptar aún. Cuando los ejércitos son dispuestos en las calles para hacer tareas policiacas, como consecuencia de los criterios de guerra, suceden todo tipo de violaciones a los Derechos Humanos. Si no, pregunten a las familias acomodadas chilenas que vivieron todo tipo de atropellos en sus viviendas, en su tránsito y en sus bienes, a manos de los militares que pueden ver enemigos hasta debajo de las piedras, en aquél tiempo eran comunistas. Hoy te pueden ver sospechoso de narcomexicano.
En fin. Tráguense toda la propaganda en tele y radio que nos transmiten sobre los “exitosos logros de la Guerra contra el Narco”. Sigan creyendo en esa pintura de malos y buenos. Encarguémonos cada quien de nuestras adicciones. Como adicto se que entre que dejo la Coca por tres días o le entro hasta acabarme los riñones, me la vivo. Sólo creo que sin guerra falsa y con una paz verdadera en el renglón económico y político, viviremos mejor. La paz económica es cuando se disminuyen los contrastes entre millones de pobres y unos cuantos ricos y la paz política cuando aumentan las libertades y la participación ciudadana en las decisiones de gobierno.