sábado, 1 de octubre de 2011

Una extraña emoción

Primer amor; una extraña emoción
se apodera de mí; es ternura y pasión.
Es volar hasta el sol, en las nubes flotar.
He perdido el control, todo me hace vibrar.
¿Cómo fue que pasó?, fue con gran sencillez:
Al oírlo decir te amo a ti, esa primera vez.

Recuerdo cuánta emoción me producía esta canción y su versión para el comercial de Coca Cola en 1988. Era la traducción que de First time interpretaba Rocío Banquells. Tal borrachera generaba en mí, que me empujó a emitir mi cándido comentario frente a mamá, de cuán maravilloso sería realmente encontrar el amor tal y como lo narraba la canción. ¿Blanca Ivonne o Alejandra? ¿Cuál chica habré tenido esos días en mi fantasía? O en una fantasía en el profundo inconsciente, era yo el besado por un chico esa primera vez. Seguro estoy que nunca la tuve, sólo que la letra es cantada por una persona que era abordada por un hombre.

Mamá entonces me enseñó que el romanticismo era irreal, me dijo que jamás sucede o me sucedería como la canción lo afirmaba. ¿De dónde salió ese comentario? Hoy mismo sólo me imagino con tremendos desorbitados ojos escuchar la maldición que mamá emitía, a sabiendas de que la maldición de la madre alcanza. No me quedé callado y respondí enfurecido y vociferando el reclamo de que yo no tenía ¿por qué repetir su historia?

Pero alcanzado estoy. No tengo la vena romántica y se que soy un matapasiones. Amando y queriendo, pero aterrizo al que ande volando hasta el Sol y flotando en las nubes. Controlando y como en vibrador con batería desgastada.

El jueves tuve el tino de ir al concierto de Yuri. Un espectáculo en donde se nota el esfuerzo creativo de la veracruzana, que ofrece a un pueblo globero lo mejor que hay en un país donde no se cultivan los grandes conciertos, ni las grandes producciones. Por supuesto que es algo muy poco visto, y por lo mismo es extraordinario, ver plumas, hombres cargándola en andas, tronos, pedestales, una docena de cambios de vestuario, grandes pantallas en donde sus videos ex profeso creados para el concierto hacen de brillantes, coloridos y animados escenarios, para cada canción. Todos los aplausos y ovaciones más que merecidos.

Me pareció sobrada en volumen y luces, será cosa de las cuatro décadas. En mi gusto, aunque los arreglos refrescaron todas las melodías, me hizo falta orquesta. Mucho bailarín, suficiente, aunque con coreografías hechas para templete de pueblo. Seguro que más que majestuoso para todos los del primer nivel del auditorio, que no tienen posibilidad de ver el escenario desde arriba, ya que desde el nivel medio eran visibles los enormes espacios no cubiertos por el cuerpo de baile, que podría haber desarrollado grandes desplazamientos y movimientos en una mayor superficie sobre el escenario. Si un ballet de quince o más integrantes se dedica a hacer el mismo movimiento corporal, todos en su sitio, y alineados como un batallón, no agregan la espectacularidad que alcanzarían si aprovecharan los cánones de la música, o si ocuparan el segundo y tercer plano. No. Todos formaditos al frente, como cuando los niños en un bailable quieren ser vistos por sus madres en primera fila.

Me sorprendí de que sin ser su seguidor, me supiera la mayor parte de la letra de sus interpretaciones. Claro, si me ha acompañado toda mi vida, pues tiene mi edad sobre los escenarios. El viaje en el tiempo, al que me llevó, me hizo revivir las emociones y sensaciones que experimenté entre los 15 y los 20 años.

Ese efecto en mí valió mucho la pena, me hizo rescatar el anhelo de la extraña emoción.

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