lunes, 19 de marzo de 2012

Partido Acción Nacional marzo 2012


Hoy escuché a Carmen Aristegui con Sergio Aguayo y Lorenzo Meyer. Hicieron historia sobre el PAN, dado que hay irregularidades en los procesos internos del PAN y que tiene una denuncia en Chihuahua en boca de Javier Corral, otra en el DF en boca de Lía Limón y una más a nivel nacional con el hijo de Clouthier.

Y la historia larga y muy olvidable, a ver si la puedo recordar brevemente:

El PAN nació como una respuesta del conservadurismo hacia las políticas cardenistas. Su bandera fue la democratización y la defensa de esos valores conservadores. En 1982-1986 con la debacle financiera nacional y las inflaciones galopantes, y las estatizaciones de Echeverría y López Portillo, un grupo de 3000 empresarios y administradores de empresas del bajío y norte de México decidieron poner un hasta aquí a los ineptos y corruptos priistas, y en lugar de formar un partido, se introdujeron para aprovechar en las estructuras del PAN.

En 1988, frente al fraude electoral salinista, perpetrado en perjuicio de Cárdenas, el PAN tuvo una disyuntiva profunda, aliarse con el heredero del enemigo original, o negociar con el ilegítimo Salinas. La disyuntiva estuvo encabezada por un lado por Maquío que sugirió el Gabinete alterno (el equivalente a la presidencia legítima de AMLO) y por la otra Diego Fernández con el surgimiento de las concertacesiones.

Así, los priístas de Baja California, que basados en el fraude nacional saldrían a celebrar su "triunfo", tuvieron que tragarse su ambición obligados por la concertacesión entre Salinas y el PAN. La primera gubernatura en la oposición y un sexenio asesinando cardenistas, alrededor de 400.

Un teórico de la política, Max Weber, afirmaba que había dos tipos de políticos. Los que vivían para ella y los que vivían de ella. Fue en este periodo salinista donde se afianzó dentro del PAN, la corriente de neopanistas pragmáticos, entre ellos Fox, que vieron en la política y el poder, un medio económico.

Es innegable, que la cultura corporativista y corrompedora que impulsó o impuso el PRI en 7 décadas, permeó en muchas de las conductas de la sociedad mexicana. Ningún partido político ha logrado escapar a esa dinámica, a ese hábito. La prueba más nueva y evidente, fue la toma de posesión de Josefina, en donde se hizo patente que el último heredero de esas prácticas sería el PAN.

En ese sentido podríamos sentirnos perdidos, pues la clase política en general, vive y convive con esos vicios. Lamento que no puedas refugiarte en la esperanza que me inspiran personas como Héctor Bonilla y Epigmenio Ibarra, entre otros, y que no implica una esperanza a secas, sino con mi compromiso de reforzar la transformación de esta sociedad conservadora. Un ateo, prosocialista, homosexual difícilmente tiene cabida en una sociedad apegada a valores religiosos. Mi esperanza en impulsar la candidatura de AMLO y en general las causas o reformas que el PRD instrumentó en la capital de la República, es una condición de vida. No estoy por la persecución religiosa, ni contra la libre empresa, pues la mayor parte de la gente que conozco cree en un poder superior, y no entienden una sociedad sin iniciativa privada y recompensa al capital.

Si no es AMLO, porque vuelvan a impedir el reconocimiento del voto ciudadano, estoy confiado y seguro de cuáles son las causas y razones que me mueven hacia esos políticos de izquierda. Yo sigo viviendo y expresando mis ideas de libertad y de equidad, entre familiares y amigos machistas, sexistas, religiosos, que tienen hoy día, ideas contrarias a las mujeres, a los ateos y a los homosexuales.

sábado, 10 de marzo de 2012

Matrimonios en conserva


Sabemos que la sociedad mexicana es conservadora, sin embargo, se ha tragado completitos y como supositorios, los cambios progresistas que nos han traído mejoras en la calidad de vida. Pienso en los independentistas mexicanos, que abolieron la esclavitud mucho antes que los gringos se desgarrasen por esa decisión. Y que sin embargo tuvieron bandos como el de Iturbide, con la puntada de fundar un imperio en lugar de una República.

Luego vino la laicidad del Estado, diseñada por Juárez y su grupo de Reformadores, un segundo supositorio para la Iglesia Católica. En el primero, esta iglesia que no es de una sola calidad, había tenido clérigos liberales indignados por la opresión y el clasismo imperante, cercanos a las necesidades humanas de los mexicanos, y también la alta jerarquía y la dirigencia en Roma que no tuvo mayores contratiempos financieros ni políticos.

Pero los acicates impuestos por los Reformadores mexicanos, fueron duros contra los inmensos terrenos de esta Iglesia, aunque no se logró cortar el yugular flujo de dinero al Vaticano, por lo que su patrimonio apenas sufrió una mínima merma. Adicionalmente se le limitó, más no se le extinguió, el poder social que ejercía sobre las relaciones interpersonales de los mexicanos. Fue entonces que surgió el Registro Civil, para otorgar al casi total de los ciudadanos, documentación que acreditara su nacimiento y muerte, así como sus relaciones de pareja y otros asuntos en materia de bienes y derechos entre las personas.

La sociedad conservadora, si bien siguió resistiéndose por décadas al cambio, se fue sujetando gradualmente al desvanecimiento del supositorio en que dejó su dureza inicial para convertirse en una crema que finalmente terminó de absorber en su totalidad. Mi abuela todavía condicionó a mi abuelo para no vivir juntos, en tanto no tuvieran la bendición de su Iglesia. Para colmo, les tocó casarse durante otro de los berrinches de esta importante institución. El cierre de templos como protesta contra la enseñanza pública, laica y pro socialista que el Estado Mexicano instrumentó a principios del siglo XX, para aplicar lo dispuesto por la Constitución de 1917. No se casaron dentro de una iglesia, sino en la casa de un sacerdote y el matrimonio civil lo firmaron hasta que hubo necesidad de registrar a su primogénita.

A fines del siglo XX, observé a los fieles católicos mexicanos, anticiparse en su matrimonio frente a la autoridad Civil, para hacer diferentes gestiones patrimoniales, dándose de facto lo que en mi parecer es ideal. Los asuntos de la tierra, los asuntos del hombre deben tener un marco regulatorio independiente del credo o religión, para dar un trato igual.

La figura del divorcio, aunque existe desde el Imperio Romano, no surgió en el derecho civil mexicano con la Reforma, sino hasta 1915, mucho antes que en España, donde gracias a la alianza de la Iglesia Católica con el dictador Franco, el divorcio fue instrumentado hasta el final del siglo.

Es necesario reconocer que el enemigo a este tipo de progresos sociales no es personaje exclusivo de la Iglesia Católica, aunque sí es su más duro y fuerte actor, los hábitos sociales de discriminación muy arraigados tanto en la sociedad azteca como en la española, han sido el garante de estos vicios que degradan la dignidad humana. Este amor por la estratificación social, ha sido el gran obstáculo a minar en estos 5 siglos, y lo que nos queda.

El último supositorio suministrado a la Iglesia y a la sociedad conservadora mexicana, ha sido el Matrimonio entre personas del mismo sexo. Es claro que les produce irritación, ardor y comezón, la realidad de que el Estado reconozca finalmente la realidad humana, que por siglos se ha querido negar. Y como todo supositorio, el ano, diseñado para evacuar y no para deglutir, han buscado diversos argumentos falsos, llenos de miedo y prejuicio, para expulsarlo, anularlo y volver marcha atrás.

El último episodio, antier, lo vivió un mozalbete conservador que habló en la tribuna de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Por su inmadurez se permitió expresar su miedo y enojo con bajo lenguaje, argumentando la destrucción de la institución del Matrimonio, como el mayor daño hecho por un partido hacia la sociedad. Si hasta los panistas se apuraron a deslindarse, es porque se cagó en la leche, en Dios y en la cuna que lo meció, dirían los españoles. Más no debemos dejarlo pasar como una rabieta simple, pues aquel cierre de Templos de principios del siglo XX, fue también una rabieta institucional.

Sin poder escapar al escarnio público, el mozalbete de nombre Juan Pablo Castro, ha querido argumentar que no está en contra de la unión de personas del mismo sexo, sino en contra de que se le llame Matrimonio. Un argumento muy panista, pues fue el que ventiló el PAN con gran grito dentro del Congreso local y uno de los argumentos detrás de la impugnación que instrumentó Felipe Calderón a través de la Procuraduría General de la República ante la Suprema Corte de la Nación.

Buscando un poco, la palabra Matrimonio viene del latín Mater, que significa madre. Y en Roma, la mujer entraba en Matrimonio cuando alcanzaba el grado, condición, permiso de coger, o tener sexo, para procrear y convertirse en madre. Es decir, cuando se vinculaba con un hombre en plan carnal, y de frente a la sociedad.

Por lo que se refiere el matrimonio civil, indudablemente que existen disposiciones sobre la custodia de los hijos, que serían la parte matrimonial, sin embargo, muchas más de las disposiciones tienen que ver con la cuestión de los bienes, derechos y los dineros, o sea, la cuestión patrimonial. Existen las figuras de bienes mancomunados o separados, y el reconocimiento del vínculo por parte de las instituciones financieras o de seguridad social.

Si quisiésemos resolver todos los problemas sólo con el uso del lenguaje, como es el de que el matrimonio entre personas del mismo sexo no se llame así, para distinguirlo (que terriblemente ese es el afán de los conservadores) del de heterosexuales, podría sugerir el de Enlace Patrimonial.

Así, el Enlace Patrimonial tendría el apartado de matrimonio para las parejas que planeen criar una familia, ya sea por medios biológicos o el de la adopción, pues no todas las parejas quieren tener hijos.

Pero buscar estas curiosidades nos llevaría a querer dejar de utilizar la palabra Mujer, por su origen discriminatorio, o Femenino, por la misma razón. Ya la sociedad francesa ha desterrado, en el ámbito judicial, la utilización de la palabra Mademoiselle o Demoiselle (Señorita) por criterio similar, y que es la alusión a su condición de soltera o virgen, para distinguirla del trato de los hombres que tenemos el derecho de no guardar la virginidad.

Creo que los conservadores deberán esperar a que se les desbarate la dureza del supositorio que implica el matrimonio entre personas del mismo sexo, por lo que se refiere a la Ciudad de México, y deberán prepararse en el resto del territorio nacional, aflojando esfínteres para no sufrir, cuando la cobertura de la igualdad entre homosexuales y lesbianas con heterosexuales alcance a todo el país.

El matrimonio católico concebido para toda la vida entre una pareja de hombre y mujer (que pueden ser de orientación homosexual, porque vaya que hay muchos casos) es una realidad para quienes así lo decidan, pero no tiene por qué ser aplicable para todos. Ya los anglicanos tienen instituido de origen el divorcio, y pronto habrá religiones que quieran bendecir las uniones entre personas del mismo sexo.

La figura civil es trascendental para la sociedad, pues cobija a todos, sin distinción hasta ahora en el DF. Es tiempo de que no creyentes y creyentes de todas las religiones acepten que las leyes son para todos y que la aspiración a igualdad entre los humanos es legítima desde el comienzo de los tiempos, aunque las instituciones de poder se han esmerado en crear falsas diferencias hasta la fecha.