Mi madre me enseñó que la Vida era un suceso extraño en el Universo, del que podíamos sentirnos o no maravillados. Me contó que el camino inconcluso de la Ciencia es muy largo, que busca dar explicaciones y pruebas no mágicas ni sobrenaturales de nuestro origen y que resultaba del cúmulo de conocimientos y experiencias de millones de años.
Yo, al contrario de ella, siempre supe que La Tierra era una piedra vieja, surgida de una gran explosión en un medio eterno. Que en este planeta se habían conjugado los materiales y las energías, de tal suerte que en un mar primitivo fueron formadas las moléculas, combinadas y vueltas a formar, hasta la aparición de la vida unicelular, de la que venimos todos los seres vivos. Y digo que siempre lo supe, porque a ella no se lo contaron en su infancia sino que lo fue adquiriendo en la escuela.
Ella sabía por su formación profesional, el detalle molecular de la Vida y su funcionamiento. Sabía que en la Tierra , el origen del Hombre era muy reciente, y me contaba detalles y datos sobre la Evolución de nuestra especie.
Me conmueve saber que las últimas propuestas sobre la explicación de que seamos homínidos erguidos y con gran cerebro, echan por tierra lo que ella creyó y enseñó, y que ella atribuía a un cambio medioambiental del África, en el que había surgido la sabana y que se sumaba a las extremidades “defectuosas” no prensiles, inútiles para seguir siendo arbóreos: El pie plano y la libertad en las manos para crear herramientas, eran en su pensar, la causa original de nuestra inteligencia.
Hoy se propone que ha existido una mutación genética en uno de los huesos del cráneo, que se relaciona con la columna vertebral y las mandíbulas, por lo que hoy existen niños y jóvenes con una dentadura más apretada y estrecha, como el resultado de una mutación cíclica de milenios. La proliferación del uso de braquets y otras acciones ortodóncicas es el resultado de esta deformación evolutiva.
Por la vida política y social de mi abuelo, ella tuvo una formación marxista de la Historia de los pueblos, misma que consolidó siendo adulta y con la que siempre logró un enfoque distinto y coherente sobre el por qué de las diferencias económicas, sociales y culturales de nuestra sociedad. También me enseñó a ver el mundo desde ese ángulo.
Por sus necesidades emocionales, por su cuna y al ser una mujer de Ciencia, cobró distancia desde muy joven, de lo que le habían enseñado respecto de su espiritualidad, y encontró en la Psicología las explicaciones del para qué de los actos y sentires de ella y de los demás. Fue en el psicoanálisis donde ella buscó soluciones y con el tiempo apreció las propuestas holísticas para sanar su cuerpomentespíritu.
Con todo este bagaje, teniendo por madre a una mujer muy informada, no lo supo todo, con sus propias negaciones y conflictos sin resolver, nunca conoció y si lo conoció, me lo ocultó, todo el mundo de la homosexualidad. Sólo abordó la parte clínica en la que se le reconocía como una sana conducta, y que era inherente a absolutamente todos los humanos, en mayor o menor grado, independientemente de si a la hora de clasificarse uno, se mete al sector de lo heterosexual.
En mi vida reciente, para mi autoconocimiento, me ha tocado conocer ese mundo y sorprenderme con él, tan maravilloso y monstruoso como lo puede ser una religión o iglesia con sus santos y sus demonios. La condición humana desde otra perspectiva, la de los hombres gay, y que por cierto no es monocromática, es tan diversa y variada como los individuos.
Toda esta introducción para contar brevemente una de mis últimas experiencias. Participar en grupo nudista en el que se dio un taller muy bien titulado Desnudando mi homofobia. La homofobia es el miedo a la homosexualidad propia o del prójimo.
Por lo regular, suele calificarse de homofóbico a las personas que cometen acciones y pensamientos en contra de la integridad física o emocional de quienes son homosexuales o lesbianas. Es decir, solemos ser los homosexuales los que lanzamos la acusación a los homofóbicos, sin embargo, esta vez se buscó hacer una introspección sobre las acciones y pensamientos que tenemos contra nosotros mismos. El taller fue llevado de forma muy inteligente y muy amable.
La primera petición fue expresar verbalmente lo que cada uno pensaba o sentía de un afeminado o amanerado. Hubo todo tipo de respuesta. Desde la que afirmaba no tener ningún tipo de prejuicio desde su persona o desde su familia, hasta los que con franqueza afirmaron que un amanerado era una persona indeseable en su cercanía, ya fuera la social frente a terceros o la íntima como pareja, pues les provocaba una ausencia de excitación sexual.
Lo que yo compartí, fue el rechazo que he tenido hacia mis propios amaneramientos, y que para contrarrestarlos he tenido el deseo de ser más masculino. Algunas veces yo lo atribuía a no tener la figura de papá de manera cotidiana en casa o la de cualquier otro hombre. Esto de la presencia masculina, se que no es garantía de nada.
Lo cierto fue, que tanto en mí como en el común denominador de la mayoría de los chicos que se expresaron, la comodidad o incomodidad con un afeminado se relacionaba con lo que la familia nos censuró en la niñez. Es una censura cultural que nos costará mucho trabajo desaparecerla.
Con esta primera etapa del taller, quedaba perfectamente claro que teníamos una alta dosis de homofobia interiorizada desde nuestra más temprana edad.
La segunda parte fue una exposición informativa sobre los múltiples aspectos de la homofobia. Es un mecanismo de control social, como cualquier ideología que busca reproducir el sistema de cosas. Con la desvalorización de lo femenino, las sociedades machistas han limitado la capacidad de empoderamiento que las mujeres pueden lograr a través del libre ejercicio de su sexualidad y su capacidad reproductiva. Este principio me hizo recordar las lecturas y discusiones que me ha tocado vivir en la Universidad y con las amigas feministas de mi madre sobre la equidad de género. Me llamó mucho la atención que reivindicar los derechos es una tarea igual para cada uno de los sectores que han sido desplazados. También encontré cercanía con las discusiones relacionadas con los derechos indígenas. En fin, fue revelador ver a la homofobia como parte de todos los instrumentos de control social.
Hay partes que se me escapan respecto de la explicación teórica, pero lo sorprendente fue oír que los miedos de un homosexual, al ejercicio libre y responsable de su sentir sexual, nos empujan, en tanto no seamos conscientes de ello, a tener diversos problemas, entre los que se encuentran la misoginia o desprecio a las mujeres o a lo femenino, las adicciones de todo tipo, la mitomanía y la generalización, como medios de escape del doloroso sentimiento de ser sujetos sin derechos, sin valor reconocido por la sociedad y las instituciones.
Así, la conclusión de la segunda parte fue, en mi entender, que la homofobia es el resultado de la ignorancia promovida por lo establecido, por la sociedad mexicana tradicional y machista, y que como cualquier proceso modernizador llevará largo tiempo. Recordar que la abolición de la esclavitud no evitó que durante el Porfiriato hubiera esclavos yaquis en Yucatán, o esclavos sexuales hoy. No olvidar que las Leyes de Reforma no han logrado erradicar de las iglesias, sus ambiciones materiales y de control social.
Pese al aparente fracaso del ejercicio de las nuevas leyes, hay que reconocer que en el pasado la esclavitud y el comercio de personas era algo honorable y aprobado hasta por las iglesias. Por eso debemos luchar y velar por que las reformas que han permitido que los derechos para acceder a la sociedad conyugal o matrimonio y a la adopción, sean para todo hombre y mujer sin importar su preferencia u orientación sexual. Y para que alcancen cada rincón de México. Es un medio importante para el destierro de la homofobia.
Por último, hubo dos ejercicios entre los encuerados asistentes. El primero fue en grupos para representar tres situaciones diferentes en las que propusiéramos cómo actuar contra la homofobia. Primero una escena familiar en la que surgieran comentarios homofóbicos, luego una escena en la que dentro de un bar, el consumidor fuera discriminado por su apariencia gay y una tercera en la que dentro de una oficina o medio de trabajo, quisiera ejercerse una represalia por la orientación sexual.
El resultado fue divertido, aunque para mí sigue siendo muy duro e incómodo participar en esas dinámicas. Mis propias jaulas limitan mi libertad de juego. Me tocó observar una proliferación de ideas e historias que reflejan los múltiples casos de discriminación que vivimos los homosexuales. Yo en particular, por haber estado enclosetado, sólo he experimentado la homofobia en mi medio familiar, escolar y de barrio. No en un lugar público ni tampoco en un medio laboral.
La última dinámica fue que cada uno actuara un grito, pero un grito lo más femenino posible. El pasmoso espejo de esta culminación, fue que cerca de la mitad de los asistentes, se negaran a realizarlo, algunos quisieron argumentar y defenderse de un juego inocente, un juego. El primero que gritó, ni esfuerzo hizo por afeminarlo, hizo patente su ronca voz. En un segundo grito se mostró el cambio y hubo reconocimiento a su esfuerzo.
Si mis rejas me habían limitado a la hora de jugar con la representación de la discriminación en un bar, en este caso podría repetirse mi represión, y si bien pude escudarme en la negativa de esa mitad, pues mi turno para gritar fue el penúltimo, comencé a recordar cuántas veces he visto la representación de orgasmos por mujeres. Ya fuera en Los monólogos de la vagina, ya fuera en mi serie favorita de Esposas desesperadas o en múltiples programas de revista en la tele en donde misteriosamente, los orgasmos femeninos son más representados con mayor frecuencia que los orgasmos masculinos. Tenía buenos ejemplos para ello. Así que para ejecutar mi juego cerré los ojos, por un momento me tapé la cara con las manos y sin saber realmente cómo, di mi mejor grito orgásmico femenino. Por supuesto que yo no grito así, ni grito. Ajá, nadie me va a creer, pero no importa. Lo mejor fue alcanzar ese momento de liberación por el que me hice acreedor con el aplausómetro al tercer lugar y a una diadema con cuentas y tejidos arabescos en color rojo que hubo que ponerse a manera de coronación por el concurso.
La experiencia me resultó igual de satisfactoria que cuando tuve Mi primera pary gay en casa, en la que la imagen jocosa de Mi gorda maravilla, o sea, yo disfrazado de Wonder Woman, despertó en los más, la risa extrema y en algunos el temor igualmente extremo de que yo un buen día me presentara en sus casas, delante de sus críos en semejante atuendo.
En fin. Una joven amiga que tiene un buen número de amigos gay me dijo estar sorprendida de saber que exista lo que yo les he contado, y un tanto más de saber que yo ando en esas. Lo cierto es que en este año que recién cumplí, después de enterrar a uno de mis más grandes miedos, el salir del armario, y que siendo el aniversario del fallecimiento de mi madre, me estoy encontrando con todo un mundo de cosas, experiencias, formas de vivir, del que no pude compartir con ella. Por eso hoy, por eliminación, lo siento, les toca leerme a ustedes, familiares, amigos y compañeros del tiempo, aunque no comulguen conmigo y aunque seamos contrarios en muchas más cosas.
Estoy descubriendo todo un nuevo Universo.
Pronto, primer aniversario del derecho universal a la asociación conyugal y a la adopción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario