viernes, 26 de agosto de 2011

¡Diantres, recórcholis y caramba!


Hoy Felipe decretó el duelo. Hoy también me sugirieron la lectura del libro: Un más allá para la homosexualidad escrito por el ex activista pro derechos gay gringo David Morrison (http://www.pfox.org/ebook_Mas_alla_David_Morrison.pdf) quien hoy propone a la comunidad creyente el camino de la castidad como solución a diversos problemas de las sociedades modernas: Eutanasia, control natal, diversidad sexual, pandemias como el SIDA entre otros.

Cuando leí la sugerencia mi única emoción fue la que acompaña las palabras con las que titulé este texto, aunque la primera no sea reconocida por la Real Academia de la Lengua, creo que muchos la conocen. Estoy seguro de que hay un resquicio de afecto y amor tras esta recomendación, aunque acudo a ustedes para verificar si no hay también enojo o miedo contra mi persona, y que me produce el mismo miedo y enojo. Este libro católico me lo recomienda un familiar que hasta ahora me parecía cercanísimo, y que ha dejado muy en claro cuánto nos pueden alejar los credos, sentires y pensares.

Ojalá algunos creyentes estén interesados en leer este libro disponible en línea, pues son ellos los principales destinatarios, homosexuales o no.

Sin mayor interés en atender la sugerencia para convertirme en un ex homosexual, hice una lectura a vuelo de supersónico, para enterarme de que al tal David; de origen anglicano y converso católico, para que se retuerza Enrique VIII; vivió la dolorosa realidad de ver morir a muchos de sus coetáneos compañeros de lucha juvenil a causa del VIH. Ese terrible dolor lo llevó a concluir que el amor es sacrificio, tal y como lo promueve la Iglesia Católica con el ícono que idolatra.

Para mí fue suficiente leer su presentación y lo que él propone a los hombres y mujeres con atracción homosexual, para tener muy claro que sí que la tienen complicada los creyentes judeocristianos y musulmanes que son como yo. Por fortuna no reconozco como Verdad, la versión que de la historia del Universo, de la Tierra, de la Vida y del Humano escribió el pueblo judío. Y pese a eso no escapo al tonelaje que dicho cuento tiene sobre la historia y la tradición de la sociedad en la que vivo.

Cuando creí que era suficiente la frase de que a un pato no le puedes pedir dejar de ser pato, tuve que acuñar la de que a un hommo sapiens no le puedes sugerir dejar de serlo, como una pequeña defensa de mi SER homosexual.

Ojalá toda la comunidad de amigos y familiares creyentes, tomen en consideración la existencia de este documento, su lectura y su discusión, pues en la sociedad en la que vivimos, además de los creyentes judeo cristianos, también existimos los de otros credos y que en mi caso somos promotores de los derechos de la diversidad sexual, del uso del preservativo como método de control de contagios y de la natalidad, así como del uso de muchos otros métodos anticonceptivos, de la promoción de la adopción de los niños sin familia y de que las parejas sin capacidad reproductiva acojan a esos niños.

Pese a ser un hijo único, huérfano de padre antes de los 5 años y ahora, ya de adulto sin madre, cuento con muchas familias: La sanguínea por parte de mi madre y mis hermanos por parte de mi padre, la sanguínea muy extensa por parte de mis abuelos maternos, la de crianza por parte de mi abue Polly, y la de amigos aunque pocos, la que he hecho en mi vida. Por fortuna y en los últimos tiempos descubrí y estoy construyendo otra familia, cada vez más cercana tan diversa y alegre como el arcoiris.

La castidad es una opción enferma en mi opinión, aunque válida de tomar, no de promover. Yo invito a todo humano a vivir con amor, bien comido y bien cogido, y aunque la comida no alcance por igual y el sexo no haya diario, coincido en que amor lo podemos tener siempre para dar y por recibir.

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