miércoles, 7 de octubre de 2020

¿Quiere Vd. ser funcionario?

 


Mi abuelo José María escribió este libro tras haber sido segunda vez diputado. La primera fue hacia 1921, como legislador local por el municipio natal de Iguala, a propuesta de los campesinos que acudieron a él, tras conocerlo como empleado en una oficina contigua a la de asuntos agrarios. Entiendo que así fue conociendo de la problemática del campesinado tras la Revolución y la promesa de la Reforma Agraria.

Sólo por saber leer y escribir, y sensible a la demanda social, les colaboraba en sus escritos.
En ese momento no había cursado la secundaria, era soltero, aunque ya noviaba con mi abuela Jovita Soto.
La segunda vez lo hizo como diputado federal por Guerrero en la Cámara de Diputados en la XL Legislatura. Para este momento ya tenía familia con Jovita, su carrera de abogado y también otra carrera profesional como Magistrado Procurador en su estado natal.
En la familia hay una alta certeza de su honorabilidad, probidad y honestidad. También de su valentía, de esa conocida como valor cívico más que como hombre agresivo o violento. No conozco una anécdota cierta de resistencia a la corrupción o a las intentonas de los poderosos por hacer que sirviera a sus intereses. Tuvo una alta preocupación por los asuntos agrarios y por el sentido de justicia, según nuestra percepción. En la misma familia sólo he tenido un par de suposiciones de que para sobrevivir en el mundo de la política mexicana se necesita ser tan cabrón como los más cabrones, si bien mi abuelo no fue hombre de éxitos monetarios y si de fracasos o fraudes políticos en su contra como el que vivió en 1962 en su campaña por la gubernatura de Guerrero.
Así que este libro lo dedicó a los hombres libres de pensamiento que no aceptan sujeción y que buscan que la verdad se imponga, porque en cuestiones de política es fundamental.
Estoy seguro de que tuvo que ser valiente para no torcer nada, porque he comprobado que la cobardía da lugar a la corrupción. No se necesita robar o recibir pagos, desde el dejar pasar y hacer, hasta el someterse a mandatos que no cumplen los requisitos mínimos establecidos por las reglas del juego. El miedo da al traste con la idea de transformar para mejorar. Así que si quiere usted ser funcionario y no torcer nada, requiere unos tamaños a prueba de fuego. No basta con la buena intención y con no tomar nada que no es propio.

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